Como siempre, Santiago García-Di de Sant montó un espectáculo para mostrarnos su colorida y estampada colección, esta vez, inspirada claramente en los años viente y la Belle Époque.
Con una puesta en escena muy cuidada, Di de Sant ofreció un show que rompió con el resto de los desfiles de Burgos y cuyos vaporosos vestidos alegraron la vista de cualquiera. Estampados llenos de color incluso para otoño/invierno, que se suman a formas originales en los diseños. Este año me sorprendieron cortes increíbles en los vestidos largos, que conferían a las prendas un apecto exclusivo y otorgaban a las telas un mayor movimiento.
Fue una de las colecciones más sofisticadas de este diseñador leonés, en la que destacaron los vestidos largos, pero en la que también estuvieron presentes los abrigos y los mini-vestidos, junto a preciosos tocados y sombreros y algún que otro bolso.
Se pudieron apreciar reminiscencias de Paul Poiret en las formas de ciertos vestidos, con corte imperio; telas lujosas, como en la Belle Époque (sedas, rasos, brocados…); y la silueta de los años veinte, que caía sobre el cuerpo en lugar de ajustarse a él. Santiago tocó todos los colores del arco iris, pero el protagonismo se lo llevaron los tonos azules y morados.
Una colección original, alegre y sofisticada con maravillosos vestidos, preciosas telas y estampados que no dejaron a nadie indiferente, sumado todo ello a una puesta en escena diferente a la del resto de diseñadores.