Nunca deseó ser la más glamurosa primera dama de América. Pero sus estilismos se convirtieron casi en cuestión de Estado y ocuparon portadas de todo tipo de revistas. Impactó a políticos, intelectuales y artistas, con diseños de Dior, Gustave Tassell, Oleg Cassini (su modisto de confianza), Chanel, Givenchy o Balenciaga. Ahora bien, la ascensión de Jacqueline Kennedy a los altares del allure fue el viaje de la pareja presidencial a París, en 1961. Que eligiera grandes firmas afincadas en Francia despertó críticas, incluidas las que aludían al dinero que invertía en su armario. “No podría gastar tanto [como dicen] a menos que usara ropa interior de marta cibelina”, se excusó. Era evidente que su estilo resultaba más europeo que americano. “Se aprecia en siluetas características del maestro Balenciaga y su discípulo Givenchy, con vestidos de escotes desbocados, sisas remetidas y cortes bajos de cintura con leve fruncido; en los trajes sastre de Chanel, o en el uso de guantes en todos los largos y ocasiones”, apunta Concha Herranz, jefa de colecciones del Museo del Traje.
Que eligiera grandes firmas afincadas en Francia despertó críticas que aludían al dinero que invertía en su armario
Poder y moda fueron el tándem perfecto para que las mujeres de a pie imitaran a Jackie: escaparates con sombreros pillbox, muñecas recortables a su imagen y semejanza… ¡y hasta cirujanos que ofrecían rinoplastias para emularla! El sueño político acabó en Dallas, a bordo del descapotable donde el presidente fue tiroteado en noviembre de 1963. La leyenda de su viuda –que, por cierto, se negó a quitarse el Chanel rosa manchado de sangre, como prueba del horror del asesinato de su marido– no decayó. Llegó la hora de reconstruir su vida. La K de su apellido fue sustituida por la O de su nuevo marido: Aristóteles Onassis. Y continuó acaparando portadas. La sofisticación de los diseños de Saint Laurent, Gucci o Valentino –quien diseñó su vestido de boda con el armador griego– no desbancó ese sport chic tan suyo: camisetas, jeans blancos, zapato plano… “Era más libre a la hora de vestirse porque las censuras con las primeras damas resultan más evidentes”, observa Gavarrón.
Jacqueline Bouvier murió en 1994, y su magnetismo sigue intacto. “Creó un icono de mujer segura, culta, elegante y moderna que aún inspira a los diseñadores”, asegura Herranz. Una herencia estética que hace que muchas trendsetters se pregunten ante una nueva tendencia: “Sí, pero ¿se lo pondría Jackie?”.