Por el logo nos conoceréis. Es la máxima que aplican muchas firmas de moda: Chanel es inseparable de sus ces entrelazadas, Louis Vuitton de su monograma y Moschino de su nombre en versalitas. Tras unos años marcados por la tendencia No Logo (que proponía huir de la ostentación), los símbolos y nombres de las marcas vuelven en las colecciones de primavera 2016. Lanvin llena de caligrafía sus vestidos y abrigos, y entre las palabras Faubourg, París y Saint Honorè cuela el nombre de la creadora de la maison, Jeanne Lanvin; Emilio Pucci también evoca la firma del fundador, esta vez bordada sobre cuerpos de tul; Gucci repite su nombre en un camisero; Fendi lleva al primer plano sus cinco letras en las sudaderas; Versace destaca su cabeza de medusa en cinturones de hebilla circular que se convierten en la pieza central del estilismo; JW Anderson, que hace dos años rediseñó el logotipo de Loewe con el estudio M/M (París), sella sus bolsos con una tipografía que también figura en vestidos y pantalones…
Explica Sádaba que hay dos motivos fundamentales que justifican la atracción ejercida por nombres y logotipos. “El primero es la parte aspiracional que tienen las marcas, que implica estatus; y el segundo, la seguridad personal que aporta utilizar esos símbolos. Todo tiene que ver con el componente sociológico de la moda, ligado al reconocimiento y a la aceptación en ciertos grupos”.