Diseños de Hannibal Laguna, JV por Jorge Vázquez y Teresa Helbig, expuestos en la embajada española en París

Es la plaza más codiciada y nadie escatima recursos a la hora de conquistarla. Por segundo año consecutivo, la moda española se ha hecho un hueco en París gracias a Made in Spain: la moda más allá de las fronteras, exposición efímera organizada por la Asociación de Creadores de la Moda de España (ACME). La muestra ha reunido las creaciones de 34 modistos, a las que coloca en una vistosa vitrina: las salas de la residencia del embajador español en París, un majestuoso enclave envuelto de tapices de Goya, pinturas de Madrazo y distintas piezas de artes decorativas, habitualmente cerrado al público. Durante los últimos dos días, han convivido con vestidos firmados por Adolfo Domínguez, Agatha Ruiz de la Prada, Amaya Arzuaga, Custo Barcelona, Devota & Lomba, Ion Fiz, Roberto Verino, Teresa Helbig o Manolo Blahnik, entre otros. Todas las piezas seleccionadas pertenecen a las colecciones otoño/invierno 2015-2016 y antes han pasado por las pasarelas de Madrid, Barcelona, París o Nueva York.

Prendas de la colección de otoño/invierno 2015-2016 de Ángel Schlesser

La iniciativa, apoyada por el Ministerio de Cultura, la Comunidad de Madrid y el grupo Inditex, está destinada a seducir a profesionales, instituciones, compradores y medios de comunicación, con el objetivo de paliar el déficit de representación de los creadores españoles en la pasarela parisina. En las presentaciones del prêt-à-porter del mes de marzo, solo desfiló una marca española en el calendario oficial: Loewe. “Se trata de mostrar la potencia de la moda en España, más allá de la llamada fast fashion, que representan Zara, Mango o Desigual. Lo que presentamos aquí es la moda de autor, sobre la que quizá nos haga falta sacar más pecho”, afirma la directora de ACME y comisaria de la exposición, Pepa Bueno. “La moda representa el 2,7% de nuestro PIB y es una gran embajadora de nuestra cultura. Las instituciones están convencidas de que debemos seguir haciendo este trabajo de promoción exterior, aunque ahora mismo les cueste encontrar dinero”, agrega.

Made in Spain se ha pensado para reflejar la diversidad que caracteriza la moda española. En la entrada de la exposición, dos vestidos largos de corte clásico de Francis Montesinos, uno de los pioneros de la etiqueta made in Spain, convivían con dos piezas de perfil vanguardista a cargo de un nombre ascendente en la pasarela madrileña, Maya Hansen. En otra sala, un traje de faralaes reconvertido en vestido de noche por Juana Martín se enfrentaba a un par de diseños unisex de David Delfín y, algo más allá, a la lencería de gama alta que firma el barcelonés Andrés Sardà. “Para una marca textil, París siempre es la ciudad a conquistar. En nuestro caso, Francia supone un 30% de nuestro mercado y disponemos de una veintena de puntos de venta en París”, asegura su directora creativa, Nuria Sardà.

Dos de las propuestas de Dolores Cortés

Para los organizadores, la capital francesa también es una localización estratégica. “París es el epicentro de la moda, el lugar donde se concentran compradores, oficinas de ventas y grandes cabeceras. Todo lo que se cuece en este gran negocio está aquí”, admite el modisto Modesto Lomba, presidente de ACME. Tras llevar la moda española a París, Londres y Lisboa durante el año pasado, la asociación quiso repetir la iniciativa para consolidar su representación en el extranjero. Entre los proyectos de futuro también se encuentra una muestra similar en los países árabes. “Es una manera de reforzar el trabajo que hacemos entre todos”, añade Lomba. Entre las presencias confirmadas a esta edición, se encuentraban representantes de grandes almacenes parisinos como Le Bon Marché o Galeries Lafayette, además de centrales de compra que abastecen tiendas neoyorquinas como Barney’s, Neiman Marcus o Bergdorf Goodman. Medios de referencia en el sector, como Women’s Wear Daily, y revistas como Cosmopolitan y Madame Figaro también se interesaron por la muestra.

La exposición contribuye a tejer vínculos dentro del propio sector, donde a veces existe más individualismo que espíritu de grupo. “Es mucho más poderoso venir juntos que por separado. Una exposición como esta nos da cohesión. Cuando observas todo lo que está expuesto, es casi como si formara parte de una única colección”, afirma el diseñador Manuel García, responsable de la marca García Madrid. “España no ha sido, hasta hace poco, un país de moda. Las cuatro capitales de la moda –París, Nueva York, Milán y Londres– siguen concentrándolo casi todo, pero hay cosas muy interesantes que suceden en otros lugares. El problema es que no siempre es conocido, ya sea por falta de difusión, de apoyo institucional o de mala gestión”. ¿Qué problema ha habido en España? Seguramente, un poco de las tres cosas. “En términos económicos, el apoyo existente es prácticamente cero. En tres años, mi empresa ha recibido 10.000 euros”, afirma García. “Pero el apoyo no solo pasa por lo económico. Que nos abran las puertas de un lugar como esta embajada es igual de importante. Es mejor estar aquí que en una habitación de hotel transformada en showroom improvisado, como he tenido que hacer tantas otras veces”. Sobre su cabeza, Goya parece darle la razón.

Diseños de Ion Fiz y, a la derecha, de Devota & Lomba