Pese a sus incomparables discursos estéticos, los diseñadores Moisés Nieto y Juan Vidal tienen varias cosas en común. La primera: con cuatro ediciones a sus espaldos son dos de las incorporaciones más recientes -además de benjamines- de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. La segunda, consecuencia directa de la anterior, es que se encuentran en un momento clave de sus respectivas aventuras empresariales. Sin un socio capitalista ni infraestructura intentan asentar su marca con talento y jornadas laborales maratonianas como únicas armas.
Nada nuevo bajo el sol de Ifema. Davidelfín, que debutó en la antigua Cibeles hace ya 13 años, celebraba haber terminado 2014 sin pérdidas. “Es una satisfacción decir que puedes vivir de lo que te gusta. Pero llega un momento en el que te encuentras con un muro. Lo perfecto sería contar con el respaldo de una empresa que tuviese los medios y la experiencia para ayudarte a producir y a vender”, explicaba tras su desfile.
La necesidad de una mayor colaboración entre industria y diseñadores es una demanda que no por manida resulta obsoleta. Que puede ser un éxito lo demuestran sinergias como la de Josep Font y la firma Delpozo, propiedad de la compañía Perfumes y Diseño; Pedro del Hierro Madrid –perteneciente al grupo Cortefiel– y Carmen March; o Juanjo Oliva y la marca Elogy, de El Corte Inglés.
Desgraciadamente, este tipo de asociaciones todavía constituye una excepción dentro de la moda española, lo que justifica la urgencia de seguir estimulándolas. Y en esta misión, la semana de la moda de Madrid debería tener algo que decir. Por el momento, sus organizadores –Feria de Madrid– han decidido hacer coincidir la pasarela en fechas y pabellón con el salón Momad, dirigido a profesionales del sector textil. Además de grandes fabricantes, en España también existen casas de históricos diseñadores que en la actualidad carecen de director creativo.
Mientras surge una oportunidad, cada creador busca su hueco. A Vidal -que ganó dos veces consecutivas el premio a la mejor colección de la MBFWM– el taller familiar con el que produjo sus primeras colecciones se le ha quedado pequeño. Ahora fabrica en Madrid y se prepara para vender sus creaciones en ferias de París y Nueva York. Con el ballet como referente, su propuesta de esta tarde buscaba ser un diálogo entre la costura clásica y la contemporánea. Sobre la pasarela, los vestidos cortados al bies y las siluetas lánguidas tipo años treinta contrastaban con sus estructurados abrigos. “Es lo que mejor me funciona y en lo que me centro comercialmente”, confiesa. Quizá por eso el diseñador valenciano optó por desarrollar estas piezas en un amplio catálogo de tejidos que iban desde la angora al raso impermeabilizado pasando por la piel de zorro. “Quiero crecer para hacerlo mejor y poder desarrollar un concepto de marca más amplia. Cuando tienes detrás una gran empresa textil o una firma consolidada es posible. Si no, todo se complica. Por ejemplo, siendo yo de Elda [localidad famosa por su industria zapatera] me está costando encontrar un socio para desarrollar una línea de complementos”, asegura.
Nieto combina su taller de costura con una inquieta tienda online a la que pronto llegará la declinación comercial de la colección vista ayer. Una propuesta en la que el ubetense reinterpretaba la pata de gallo y el tweed en clave retro, con siluetas a medio camino entre los años treinta y sesenta. Inspirada, según su autor, en La casa de Bernarda Alba, la presentación estaba estructurada en 18 salidas de modelos en negro y otras 18 en color. Una forzada metáfora de las luces y sombres de la España profunda.
Desde baños hasta el vestuario de la Compañía Nacional de Danza de Bergen. David Delfín diversifica su negocio, aunque de cara a la próxima temporada otoño/invierno se centra en el armario masculino olvidando completamente el femenino. En su enésima colección autobiográfica, Infierno, el malagueño pasa del luto al alivio. “Aunque haya mucha falda pantalón con plisados e incluso vestidos quería que fuesen piezas varoniles”, asegura. Las tres prendas pintadas a mano por el artista Santiado Ydáñez inspirarán una edición limitada de 100 camisetas que podrán adquirirse a golpe de clic.
En la liga de los veteranos, Francis Montesinos sorprendió con su colección más sensata en años. Mención aparte merecen las piezas confeccionadas con telas de la centenaria casa valenciana de tejidos Rafael Catalá. A principios de mes la Audiencia de Valencia reabrió la causa contra él por supuestos delitos de abusos sexuales, pero parece que esta circunstancia no ha afectado a sus diseños.