La colección para el próximo otoño invierno que ha presentado Loewe este viernes dentro de la semana de la moda de París confirma lo que su debut de hace seis meses ya había adelantado. El diseñador británico es el hombre que la marca necesita. Según el creador, su desfile, celebrado en la sede de la Unesco, apelaba a una mujer “poderosa, que quiere divertirse y que sabe perfectamente a dónde va”. Actitudes –especialmente la última- que pueden por fin aplicarse a la casa fundada en Madrid en 1846, propiedad del conglomerado del lujo Louis Vuitton Moët Henness y desde 1996.
Anderson ha logrado llevar un paso más allá el exquisito trabajo de la piel por el que es célebre Loewe. Sus chaquetas y gabardinas con piezas sobrecosidas empujan 170 años de tradición fuera de su zona de confort. Junto con las faldas metalizadas y las prendas de punto plisado conforman una propuesta magnética y ambiciosa. Los pantalones, amplios y en charol o espiga, desbancan a las faldas como pilar del armario femenino. “Es que esta mujer es la que lleva los pantalones”, bromeaba el diseñador.
Desfile de Loewe en París
Con seguridad y una visión a largo plazo, Anderson persevera en la misión que se marcó cuando aceptó el cargo en octubre de 2013: situar a la marca en la élite del lujo internacional e introducir en ella la cultura de la moda. “Las bases están. Tenemos los mejores artesanos en el mundo. Pero quiero que todo el mundo lo sepa. Para lograrlo tenemos que definir primero nuestro discurso y eso nos llevará tiempo. Después podemos contradecirlo o seguir adelante con él. Se trata de divertirse”. Y también de vender. En sus celebradas manos está una empresa que factura unos 250 millones de euros al año, según ha revelado la publicación especializada Women’s Wear Daily (WWD).
“La mujer Loewe” —a la que todavía está dando forma y que deberá sustentar la expansión de la compañía— tiene algo muy importante en común con la que Alber Elbaz subió a la pasarela el pasado jueves: la fuerza. El director creativo de Lanvin desde 2001 se inspiró en las proporciones y siluetas de la vestimenta tradicional de su país natal, Marruecos, para elaborar una colección inusualmente retro pero vibrante. Volver sobre su propia historia personal para celebrar el 125º aniversario de la casa francesa ha resultado ser todo un acierto. Elbaz ha estado absorto durante los últimos meses en la muestra sobre la fundadora de la firma, Jeanne Lanvin, que se inaugura el domingo en el museo Galliera de París. De la revisión de los archivos de la maison, surgieron estampados que decidió reactualizar para el otoño de 2015. Y de sus recuerdos de infancia, pantalones bombacho, abrigos-capa abrochados con cordones y chalecos de piel. Piezas que él mismo define como nómadas, reinterpretadas en clave urbana. La unión de ambas visiones dio como resultado uno de los trabajos más potentes de Elbaz en los últimos años.
También la colección de Raf Simons para Dior pretendía ser un alegato contra la ñoñería. “Quería trabajar sobre la idea de la naturaleza y la femineidad de una forma diferente, alejándome del jardín y las flores y buscando algo más liberal, oscuro y sexual”, explica el diseñador, que salió a saludar tras el desfile junto a su mano derecha Pieter Mulier.
Para acercarse a esta mujer salvaje el belga decidió recurrir al estampado animal, que, aunque pueda parecer patrimonio exclusivo de Roberto Cavalli, fue ya empleado por Christian Dior en 1947, como recuerdan desde la casa francesa. Este concepto, según revela Simons, ya estaba presente en el trabajo de alta costura que presentó en enero y prueba de ello son las largas y ajustadas botas de vinilo que se repiten en ambas propuestas.
Aunque las telas “inspiradas en especies inventadas” constituyen el eje de la propuesta, paradójicamente esta cobra intensidad cuando supera la jungla para adentrarse en la sastrería masculina: trajes de pantalón capri, vestidos que combinan tweed y tul, y abrigos sobredimensionados en colores vivos y con doble abotonadura.
Desfile de Christian Dior en Paris
Tras su regreso a las pasarelas el pasado enero de la mano de Maison Martin Margiela, John Galliano volvía por fin a París, la ciudad que fue testigo de su ascenso y caída como director creativo de Dior. Hace dos meses presentaba su colección de alta costura para la firma propiedad de Renzo Rosso en la capital británica, y este viernes, su primera propuesta de prêt-a-porter en la francesa. La expectación se vio compensada con un alarde de superposiciones, siluetas desencajadas y combinaciones de tejidos aparentemente imposibles. El hijo pródigo está de nuevo en su casa.
Isabel Marant no se queda atrás con respecto a Dior o Loewe y comparte en su Instagram las fuentes de inspiración para sus prendas de la próxima temporada otoño invierno: la arquitecta del equipo de Le Corbusier Charlotte Perriand, la mecenas del arte Peggy Guggenheim, y Eleanor Holm, nadadora olímpica en los años treinta. Mujeres únicas para una colección, W for Woman, que insiste en los clásicos de la marca: abrigos con tejidos étnicos, faldas y pantalones rectos con la cintura alta, y jerséis con aire retro.