La pérdida de París, la ganancia de Madrid. Después de cuatro años desfilando en la alta costura, Amaya Arzuaga, Premio Nacional de Moda 2013, ha tenido que aparcar este costoso proyecto por falta de fondos. “Antes recibía el apoyo del Instituto de Comercio Exterior, pero esta temporada, sin él, la inversión resulta inasumible. Aquí [en la Madrid Fashion Week] te ponen hasta las modelos, allí tienes que pagar incluso los baños”, explicaba. Por esta razón la burgalesa importó ayer parte de su primera línea a Ifema, donde durante las últimas ocho temporadas sólo había mostrado prendas su marca más asequible, AA de Amaya Arzuaga. No obstante también exhibirá una versión ampliada de este trabajo el 7 de marzo en la capital francesa. Aunque lo hará como una presentación estática -mucho más económica que un desfile- y dentro de la cita de prêt-à-porter. “Nuestros clientes en Asia y Oriente Medio siguen creciendo. Ellos van a París, así que nosotros tenemos que estar de una manera u otra”.
Juanjo Oliva también busca dirigirse a un mercado de compradores más grande. Su destino: Estados Unidos. El próximo septiembre presentará en la semana de moda de Nueva York su colección de prêt-à-porter. No abandonará Madrid, donde seguirá desfilando con Elogy by Juanjo Oliva, la firma que diseña para El Corte Inglés desde 2012, y cuyo éxito de ventas ha insuflado, según el creador, “energía y capital para impulsar el proyecto” estadounidense. Manhattan no es un territorio desconocido para Oliva. En 2009 llevó hasta allí su trabajo, junto a Juan Duyos, Ana Locking y Carmen March. La muestra 4 eyes –híbrido entre exposición y fashion film-se presentó en la Biblioteca pública de Nueva York y el ministerio de Cultura sufragó 60.000 de los cerca de 150.000 euros que supuso esta iniciativa. El creador no renunciará al taller de costura a medida -pilar de su marca durante años-, pero se centrará en el desarrollo internacional de su primera línea, cuya comunicación se llevará directamente desde EE UU.
La emoción de este nueva etapa se contagió a su pasarela: fuegos artificiales como estampado estrella, sandalias con purpurina (obra de Jeff Barges), y, por primera vez, lentejuelas. El desfile se estructuró en dos partes. La primera estaba inspirada en los años setenta más festivos, y en ella se mezclaban piezas de Elogy y de su propia firma. La última, compuesta exclusivamente por vestidos blancos, reivindicaba las líneas puras y el sosiego. “Habla del diseñador que siempre he sido y que voy a ser cada día más”, adelanta.
El desfile de Amaya Arzuaga reflejaba también la nueva organización de su marca. La burgalesa mostró una selección más serena de lo habitual en ella, pero más vigorosa de lo que el público madrileño está acostumbrado a ver. Realizadas en tejidos tecnológicos y cortadas con láser, sus prendas escoden, sin embargo, un laborioso trabajo manual. Puede que los pespuntes que recorren sus capas sean de neopreno en red, pero la técnica por la que se integran en la pieza es un hilvanado artesanal. Mención aparte merecen las telas rígidas, plisadas como en un ejercicio de papiroflexia para reproducir una suerte de diafragma fotográfico. “Apuesto por un tipo de nuevo neopreno porque da mucho juego en las piezas de noche: genera volumen de forma sencilla y no pesan nada”, argumenta sobre sus estructurados vestidos largos.
Ana Locking invierte casi tanta energía en el trabajo de materiales como en el desarrollo conceptual de sus colecciones. Para el próximo otoño toma como leit motiv el Doppelgänger, un término alemán que hace referencia al posible doble (generalmente maligno) de una persona. Con esta excusa, construye sus prendas sobre trampantojos: faldas con un dibujo de pantalón, vestidos rectos de noche con la silueta de una camiseta sobreimpresa en lentejuelas, abrigos de lana que se hacen pasar por abrigos de piel. En Ana Locking nada es lo que parece, sino algo mucho mejor. Sus bolsos para la firma marroquinera Acosta constituyen una colaboración en la que vale la pena profundizar.
También Modesto Lomba ha ampliado sus sinergias. El modisto y presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) aprovechó la parte final de su desfile para presentar la firma comercial que producirá para la cadena de tiendas The Extreme Collection a partir de la próxima temporada. Después de entrar en concurso de acreedores, Dovota & Lomba encontró un socio capitalista en la compañía española Kangaroos, propietaria entre otras de la marca El Caballo. Una asociación que se dejó sentir, a nivel estético, en las botas de potro que el creador subió a la pasarela.
En su segunda temporada en Cibeles, Ulises Mérida facturó una colección, que, aunque perdía foco según ganaba color, apuntaba alto con serie de vesitidos saco que harían de la alfombra roja un lugar más chic.